Publicado el 20 de Noviembre de 2022, Domingo Félix Suarez
Opinión -
Vamos a ver, lo del gasoducto, lo
del Biélgorod y el torpedo Poseidón, las anexiones, las amenazas nucleares, lo
de mandar a Ucrania al siglo XIX destruyendo telecomunicaciones y centrales
convencionales (tras lo del puente Kerch) que ya veremos si funciona o no...
Humo del Kremlin.
¿Con qué fin?: Tiempo. Ganar
tiempo. Después de casi ocho meses de guerra el ejército profesional ruso,
Wagner, las milicias del Donbass y los chechenos, todos ellos bastante
desgastados, no han podido más por puro agotamiento (operación inicial fallida
estilo Primavera de Praga, ofensiva del Donbass a base de ataques frontales).
No hay ejército que aguante semejante ritmo de operaciones, no han tenido
relevo ni una reserva que les permitiera dicho relevo (u operaciones de
maniobra), los rusos estaban agotados y diezmados, demasiado han aguantado.
Se ha producido una movilización
parcial que huele a que, por tandas, será parecida a una general (a falta de
mejor solución). Para volver a entrenar a esa gente, para encuadrarla
adecuadamente y para equiparla como es debido, hace falta tiempo, personal
experimentado y medios materiales (unos seis meses como poco, nueve meses lo
conveniente y un año para que el proceso esté realmente bien hecho). Por no
hablar de la moral del combatiente.
Aprovechando que los rusos
estaban sin resuello, el Gobierno Ucraniano ha contraatacado con éxito: fijaron
y desgastaron en el Donbass mientras creaban su fuerza de maniobra y, después,
han pasado al contraataque. Pero no han derrotado a los rusos de manera
decisiva, se han quedado, igualmente, sin tropas y sin medios, con la suerte
para ellos de que los rusos están -como poco- igual. Partida en tablas, por
ahora.
Lo dicho, Rusia trata de ganar
tiempo: para entrenar, equipar y encuadrar sus tropas y hacer pasar un invierno
muy crudo a la UE y a Ucrania, momento en el que (echemos cuentas, entre cuatro
y seis meses desde la movilización parcial) es posible que la industria rusa
haya reacondicionado lo suficiente de lo almacenado, fabricado -en parte- lo
que se ha perdido o gastado y las fuerzas de refresco estén -más o menos- listas.
Eso combinado con la guerra
económica en la que se ha metido la UE (que por su propio bien debería jugar un
papel de mediador activo para lograr un acuerdo que permita salvar los muebles
y dé excusa para levantar sanciones en vez de seguir los “consejos” de
Washington) augura que, si este asunto no acaba antes de la primavera de 2023,
algo puede cambiar.
Aparte, China (verdadero objetivo de todo este lamentable conflicto)
aparentemente va camino de una crisis económica y no se puede permitir que la
UE, su mejor cliente, se desfonde del todo, con lo que: a) presiona a Rusia
para que firme algún acuerdo que no parezca una derrota en clave interna y se terminen
las sanciones evitando un colapso económico grave en la UE, b) le quita el poco
apoyo que le están dando a los rusos, c)
apoya a Rusia con medios materiales (logística y equipamiento) o d) hace lo que
no está haciendo la UE: mediar para que esto se acabe de una vez de la manera
menos mala posible para las partes más perjudicadas. También recordemos que Rusia
y China son aliados accidentales: cada vez hay más población china en el
Extremo Oriente ruso y hay reclamaciones territoriales de por medio desde
tiempos de los zares (por ahora aparcadas), en unos territorios que tienen
recursos que a China le interesan, luego una Rusia débil tampoco les viene mal
del todo. En Pequín estarán echando cuentas a ver que les sale mejor, no es de
descartar del todo.
Una cosa es segura: esto no ha
terminado y Ucrania no ha derrotado a Rusia. Ni tiene capacidad para hacerlo,
ni ahora ni a medio plazo: sólo una implosión política en el Kremlin, por
ahora, podría lograrlo.
En suma: el pato lo están pagando
los de siempre, unos con su sangre y otros con su día a día. Nada nuevo bajo el
triste sol.
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Noticia redactada por :  Félix Suarez
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